miércoles, 15 de febrero de 2017

Las nueve líneas de evidencias de Jeffrey Long (ECM)

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Jeffrey Long, oncólogo Estadounidense (Luisiana), está convencido de que las ECM (Experiencias Cercanas a la Muerte) tienen que ver con la vida después de la vida, y resumió las nueve líneas de evidencias que él había logrado sintetizar durante sus años de investigación, apoyando la teoría de la supervivencia de la consciencia después de la muerte.

LAS NUEVE LÍNEAS DE EVIDENCIA QUE AFIRMAN LA AUTENTICIDAD DE LAS ECM Y SU MENSAJE DEL MÁS ALLÁ (según J. Long)

  1. Elevado nivel de consciencia. El nivel de consciencia y alerta durante una ECM es mayor que el que experimentamos en nuestro día a día, y eso teniendo en cuenta que la ECM sucede cuando una persona está inconsciente o clinicamente muerta. Este elevado nivel de consciencia mientras uno está físicamente muerto es médicamente inexplicable. Adicionalmente, los elementos de las ECM siguen un consitente orden lógico en todos los grupos de edad y en todos los lugares del mundo, lo cual vendría a decir que las ECM no tienen ninguna relación con los sueños o las alucinaciones.
  2. Experiencias reales fuera del cuerpo. La EFC (Experiencia Fuera del Cuerpo) es uno de los elementos más comunes de una ECM. Lo que se ve en ese momento puede ser confirmado posteriormente y con total precisión. Esto elimina la posibilidad de que sean producidas por alguna función cerebral desconocida. También refuta la posibilidad de que las ECM sean fragmentos irreales de memoria del cerebro.
  3. Sentidos potenciados. Los sujetos describen una gran capacidad de sus sentidos de percepción, tales como la visión normal o la supervisión en sujetos físicamente incapacitados para ver, o que son totalmente ciegos. Sabemos que hay personas ciegas de nacimiento que han tenido ECM de gran contenido visual. Esto es médicamente inexplicable
  4. Consciencia durante la anestesia. Muchas ECM ocurren bajo anestesia general, en un momento en el que cualquier experiencia consciente debería ser imposible. Por otro lado, el contenido de una ECM ocurida bajo anestesia general es esencialmente idéntico al de una ECM ocurrida en otros contextos diferentes al de la anestesia general. Esto es una buena prueba de que las ECM no tienen nada que ver con el funcionamiento del sistema cerebral fisico.
  5. Recuerdos vívidos. Las revisiones de vida en las ECM incluyen sucesos reales que tuveron lugar en el pasado de la vida de los sujetos, incluso cuando esos hechos se habían olvidado completamente o sucedieron antes de que aquellos tuvieran edad suficiente como para grabar esos recuerdos en su memoria.
  6. Reuniones familiares. Durante las ECM se producen encuentros con gente que siempre está virtualmente muerta, y que suelen ser familiares de la persona, algunos de los cuales murieron antes de que naciera. Si las ECM fueron producto de nuestros fragmentos de memoria, lo lógico sería que los sujetos se encontrasen con personas vivas, incluidas aquellas con las que más han interactuado recientemente,
  7. Experiencias en niños. Las ECM de los niños, incluidas la de los más pequeños, es decir, aquellos tan jóvenes que no han tenido tiempo de desarrollar conceptos sobre la muerte, la religión o las ECM, son esencialmente idéntica a la de los adultos. Esto refuta la posibilidad de que las ECM sean producto de un condicionamiento cultural.
  8. Consistencia planetaria. Las ECM se dan en todo el mundo, en todas las culturas y en todas las religiones, los relatos de sujetos de países occidentales guardan increíbles semejanzas con los de personas de países no occidentales.
  9. Efectos secundarios. Es común que los protagonistas de las ECM sufran cambios de gran calibre en sus vidas después de la experiencia. Estos efectos sueles ser intensos y duraderos, mejoran las vidas de las personas, presentan el mismo patrón y vienen dados por la seguridad del sujeto de que su ECM ha sido real.
Fuente: La prueba, de Mado Martínez.

viernes, 10 de febrero de 2017

ECM e interpretación chamánica

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La siguiente ECM (Experiencia Cercana a la Muerte) esta extraída del libro "La prueba", una prueba que demuestra la existencia del más allá, de Mado Martínez, Editorial Planeta.

En Málaga, una mujer a la que llamaremos Sara me contaba que, hacía ya varios años, había tenido una EFC de lo más extraña. Había pasado todo el día trabajando, viajando y manteniendo reuniones. Por la noche, al regresar a la habitación del hotel en el que se alojaba, no pudo conciliar el sueño y siguió trabajando durante toda la madrugada. El amanecer la sorprendió trabajando todavía, y en torno a las nueve de la mañana, totalmente exhausta, se echó en la cama. Necesitaba dormir, pero no podía, y se empezó a sentir mal. Le dieron unos dolores en el estómago y en el pecho que la hicieron retorcerse en el lecho: <<Fué de estas veces que estas tan cansado que no puedes dormirte. Empecé a dar vueltas en la cama y a encontrarme fatal. Empecé a tener unos dolores horribles, sobre todo en el estómago y en el pecho. Era un dolor muy agudo. Me encontraba tan mal que pensaba que me estaba muriendo, pero estaba tan hecha polvo que me dije: "Bueno, y qué, estoy muy cansada y tengo mucho sueño, porque me muera un ratillo no va a pasar nada". Entonces, vi una luz en el techo, pero en realidad no era una luz, era como una entidad con forma ovoide que emitía mucha luz, azulada. Era como una esfera, pero no completamente definida, como si fuera una esfera de energía. En el centro era azul más oscuro y en los extremos más clara, hasta hacerse blanca. La luz se iba moviendo como un ser, como una entidad, o sea, se alejaba, se acercaba, tenía un movimiento de una mente que piensa. Y  yo estaba flipando con aquella luz, mirándola, absolutamente embobada. Entonces, noté como si me pegaran un tirón por la cintura, justo el lugar donde me dolía el estómago, y me levantó de la cama de cintura para arriba. Y al segundo, otro tirón en el pecho, donde tanto me dolía, tras lo cual dejé de ver esa luz, y yo era la luz, estaba dentro de la luz. Estaba en el techo, donde yo la había visto, en la esquina superior izquierda. Yo sé que era la luz porque de repente yo estaba en esa esquina en el techo, no tenía cuerpo, yo era la luz, y empecé a mirar lo que había alrededor. Las dimensiones de la habitación habían cambiado por completo: ya no era tan pequeña, lo veía todo a través de otra lente. LA habitación era más grande y estaba conectada a más habitaciones y salas. Me sentía supertranquila; no sentía emociones, pero me sentía tranquila. O sea, me sorprendía todo lo que veía, lo razonaba todo, lo observaba todo, pero no sentía emociones. En ese momento me empecé a dar cuenta de que mi cuerpo, el "yo" que estaba en la cama, sí que estaba sintiendo todas las emociones que yo no estaba sintiendo. Me vi a mi misma acostada en la cama, pero no estaba dormida. El "yo" que seguía arriba estaba tan tranquilo . No te puedo explicar la sensación de tranquilidad y de paz que tenía, era increible. Pero el "yo" que seguía abajo, en la cama, estaba padeciendo un ataque de histeria brutal. O sea, yo me miraba ahí en la cama y decía: "Joder, me estoy poniendo histérica y estoy empezando a gritar", pero hasta eso lo decía con una tranquilidad brutal. Yo vi a mi cuerpo sifrir un ataque de pánico desde fuera>>. La historia de Sara, llena de matices que he decidido ahorrarles, terminó cuando regresó a su cuerpo de forma bastante violenta, según me contó. Ahora bien, lo curioso es que unas horas más tarde, cuando bajó a la recepción, el recepcionista le preguntó si había oido gritos en su planta, porque al parecer varias personas se habían quejado de que en una de las habitaciones había alguien gritando. Sara estaba convencida de dos cosas: la primera, que ella fue quien gritó, pues así se vio cuando salió fuera de su cuerpo, gritando y sufriendo un ataque de pánico; la segunda, que aquello había ocurrido de verdad: estuvo fuera de su cuerpo.

Una de las cosas que me vino a la mente cuando leí esta historia fue el ritual chamánico de llamar a nuestro animal de poder. Pienso, que a veces, por circunstancias extremas ante un dolor físico, dolor emocional o cansancio extremo; nuestro espíritu (fuerza interior), o como lo lamarían los espiritistas fluido universal, "escapa" del cuerpo y que, a veces, aunque no es el caso del ejemplo, dicho "espíritu" no puede, no sabe, o no quiere volver. Dando como resultado un cuerpo sin espíritu o fuerza vital. Creo, repito que desde un punto de vista chamánico, que tal es el caso de muchos de los cuerpos que sufren de "histería" u otro tipo de enfermedades que no comprendemos. Un posible "tratamiento" sería algún tipo de terapia o ritual en la que alguien traspasara los limites de esta dimensión, viajando a otra dimensión, para buscar y traer esa energía perdida de vuelta a esta dimensión.